martes, 29 de noviembre de 2016

Llora el puente

Llegando,
  vienes.
Imaginándote,
     te me ansias.

Agolpas cielos
en cuándos
que culminan.

Te levantas
y caminas en este cerebro
que agradece
de corazón.

Te vuelves nostalgia
destronas a la más chula
y me dices:
Te lo dije.

Llora el puente
sonríe la luz
constrúyete
ahora que eres tan libre.

Y yo te digo,
que eres mujer
que te he leído
con flaquezas.

Eres grande y rosablanca
que te desnudé
y deseé,
que te pensé mucho.

Dinero en sobres,
quemaduras y vainilla.

Empezaste en un banco,
acabas en un vuelo.

Y ahora,
pasos, lentos, nerviosos
ilusionados
y Madrid suena ligero
y tú Londres
suenas inacabable.

Te quedas en infinito
en bucle
en que te debo
un algo en inglés.




lunes, 21 de noviembre de 2016

Bodegón lunático de noches de habitación y lluvia


No lo pienses, deja que pase.

Si te viene, te va a envolver.
Míralo venir,
prepárate lo justo.

Enciende una vela.

Observa.

Siente,
la presión del metal,
en el duro,
en el blando.

Saborea una recomendación.

Escucha
una recopilación
de noches de habitación.

La lluvia, rabiosa,
afuera,
no te empapa.
Te ataca el calor adentro.

Deja que se escurra por tu garganta.
Apaga la luz cenital
y navega en los golpes de tus oídos.

Búscate
(encontrándolo todo delicioso)
La lluvia, el frío, te ayudan.

Un día negro a las cuatro,
con su velo gris desde que se levantó.
Ponle rojo para que no se piense feo.
Ponle blanco para que se reconforte
y empújalo con pan.

Ahora estás en cualquier lado.
Donde te pienses,
donde te suene,
donde te sepa mejor
y huela a húmedo.

El paladar no te dejará sola.

Sonríe a los colores,
mira la bombilla
y vuela a cada ciudad,
paisaje, año, momento.

Píntate un bodegón
en una servilleta,
apoya luego la copa
y deja que se manche.

Enmarca la servilleta.
Delinea tu cuerpo
Cierra los ojos
y recibe a los sonidos
en un hall Art Deco.

Lunatízate
en un bodegón
de lluvia
que se ha transformado
en habitación.




sábado, 19 de noviembre de 2016

Tú eras blanca




Hace un año que no te duele,
que brillas y nos cuidas.

Sé que te lo estás pasando bien
y que rendiste las cuentas con los de arriba.
Quisiste ser tantas cosas...
... que dejaste un Universo, 
con planetas, 
con sus personas.

Sigo sentada en el banco
mirando al cielo,
sonriendo
a los mundos
en los que tú creíste.

Ayer, hablé de ti, 
en otro idioma. 
Te presenté a gente
a amigas que tú no conociste.
Que no acogiste aún en tu casa. 

Me dijeron, 
las abuelas son seres muy mágicos.
Tú eras blanca, 
cantabas,
y nosotras te besábamos
indiscriminadamente.

Te entiendo.
Tú eres mi hippie que cree en Dios.
Tus velas calientan aún deseos,
tus manos nos acarician aún el pelo
tu fuerza nos aprieta los brazos
tu flexibilidad sorprende a nuestros amigos
y tú bien sabes lo que dices
o callas.

La Penchi sigue dando caña
sigue,
que no para de luchar
y tu manada,
aquí abajo,
tranquila,
que no para la lucha.




viernes, 4 de noviembre de 2016

Subida a una silla


Subida a una silla toco el techo
un techo que nunca caté.

Subida en una patineta,
te piso, Londres, como césped
mar, río, cemento
y me dejas ver tus secretos.

Como subida, que no bajo
escucho y bailo.

Como bailo te digo que estoy aquí
y estoy ahora.

Como bailo te cuento que te he visto.

Como te veo, te describo.
Que te descubro,
en un montón, de hojas
secas
granates.
En una pareja borracha de hablar.
En unas manos que dicen con ímpetu.

Te veo,
que me sonríe una boca.
Que una palma
en mitad del puente,
la mía choca.

Y sigo en la patineta como subida
en
una silla,
en una nave espacial.

En un aquí, que ahora te trae hermano.
Que estás dentro de aquí
en un calco
de mi sonrisa.
En tu vida que me la compartes.

En una silla,
subida,
bailo.
Bailo una farola que esquivo,
un suelo que vuelo.

Te escucho gritar de amor,
¡muchas gracias!
Te bailo, para continuar este trance.

Subida, sentada ahora.
Intento pensar lo visto.
Traerte cada segundo a la vida.

Esto no tiene fin, no puedo parar
de escuchar, de bailar, de sentir
de
escribirte
que me has dado
Vida,
que me has guiado muy bien
Balti.

Te quedas aquí a mi lado
para siempre.
Y tú, que sé, que harías lo mismo.

Subida a una silla,
y tú vuelas.
Subida, te toco,
me siento en ella
sintiéndote en un Támesis.

Subida a una silla,
o a una patineta.
Y abajo el río,
que tú guardas.