viernes, 4 de noviembre de 2016

Subida a una silla


Subida a una silla toco el techo
un techo que nunca caté.

Subida en una patineta,
te piso, Londres, como césped
mar, río, cemento
y me dejas ver tus secretos.

Como subida, que no bajo
escucho y bailo.

Como bailo te digo que estoy aquí
y estoy ahora.

Como bailo te cuento que te he visto.

Como te veo, te describo.
Que te descubro,
en un montón, de hojas
secas
granates.
En una pareja borracha de hablar.
En unas manos que dicen con ímpetu.

Te veo,
que me sonríe una boca.
Que una palma
en mitad del puente,
la mía choca.

Y sigo en la patineta como subida
en
una silla,
en una nave espacial.

En un aquí, que ahora te trae hermano.
Que estás dentro de aquí
en un calco
de mi sonrisa.
En tu vida que me la compartes.

En una silla,
subida,
bailo.
Bailo una farola que esquivo,
un suelo que vuelo.

Te escucho gritar de amor,
¡muchas gracias!
Te bailo, para continuar este trance.

Subida, sentada ahora.
Intento pensar lo visto.
Traerte cada segundo a la vida.

Esto no tiene fin, no puedo parar
de escuchar, de bailar, de sentir
de
escribirte
que me has dado
Vida,
que me has guiado muy bien
Balti.

Te quedas aquí a mi lado
para siempre.
Y tú, que sé, que harías lo mismo.

Subida a una silla,
y tú vuelas.
Subida, te toco,
me siento en ella
sintiéndote en un Támesis.

Subida a una silla,
o a una patineta.
Y abajo el río,
que tú guardas.

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